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"Todos los migrantes tienen que pagarles a los traficantes de personas, pero de las mujeres se espera que también paguen con sexo"

Además del costo monetario, las mujeres que migran a Europa desde África se ven obligadas a pagar con su cuerpo a los traficantes de personas.

Por NovaNews22 de diciembre de 2025
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"Todos los migrantes tienen que pagarles a los traficantes de personas, pero de las mujeres se espera que también paguen con sexo"

Una mujer migrante en tránsito, símbolo de la vulnerabilidad y los peligros que enfrentan las mujeres en su búsqueda de un futuro seguro.

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Mujeres Migrantes: Doble Precio Brutal

La ruta migratoria hacia Europa es un camino plagado de peligros para miles de personas, pero para mujeres como Esther, que huye de la violencia en Nigeria, el viaje encierra una brutalidad adicional. Además de las tarifas monetarias exigidas por los traficantes, se espera que muchas paguen también con sexo, una realidad desgarradora que expone la doble victimización en su búsqueda de seguridad.

Esther, una mujer que emprendió el peligroso viaje hacia Europa huyendo de los abusos sufridos en su natal Nigeria, se encontró con una forma de violencia aún más cruel y sistemática durante su travesía. Su testimonio revela una práctica extendida y deshumanizante: la imposición de 'pagos' sexuales por parte de los traficantes de personas, sumándose a las ya elevadas tarifas monetarias que exige el cruce.



Este no es un incidente aislado. Numerosos relatos de mujeres migrantes que atraviesan rutas similares, especialmente desde el continente africano hacia Europa, confirman que la explotación sexual se ha convertido en una moneda de cambio habitual y esperada por parte de las redes de tráfico. Para muchas, la promesa de un futuro mejor se ve empañada por la violación de su integridad física y psicológica, forzadas a elegir entre el abuso y la imposibilidad de continuar su camino, lo que profundiza su vulnerabilidad y el trauma.



La situación de vulnerabilidad extrema en la que se encuentran estas mujeres, a menudo sin recursos ni redes de apoyo, las convierte en blancos fáciles para la extorsión y la violencia de género. La esperanza de escapar de una vida de abusos, como en el caso de Esther, se transforma paradójicamente en una nueva forma de victimización, perpetuando un ciclo de trauma que impacta profundamente su recuperación y adaptación en sus destinos finales. Organizaciones humanitarias y agencias internacionales han documentado repetidamente esta terrible realidad, buscando visibilizar y combatir esta doble carga impuesta a las migrantes que buscan refugio y una vida digna.






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