Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela escalan en alta mar. Washington ha confirmado la incautación de un segundo petrolero frente a las costas venezolanas, mientras persigue activamente una tercera embarcación sospechosa de transportar crudo en violación de sus sanciones. Esta serie de operaciones subraya la firmeza de la estrategia estadounidense para restringir el comercio petrolero del país sudamericano.

Las autoridades de Estados Unidos han reforzado su ofensiva contra el comercio petrolero venezolano, confirmando la incautación de un segundo buque cisterna frente a las costas de Venezuela el pasado sábado. Esta acción se enmarca en una estrategia más amplia que ahora incluye la persecución activa de un tercer petrolero, sospechoso de estar vinculado al régimen de Caracas y de intentar evadir las sanciones impuestas por Washington.

La medida responde a la política de presión de la administración estadounidense para cortar las fuentes de financiamiento del gobierno venezolano, buscando debilitar su capacidad económica. La incautación de estas embarcaciones se realiza bajo el argumento de que transportan petróleo que viola las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro de EE.UU., una postura que ha sido fuertemente criticada por Venezuela y sus aliados.

La búsqueda del tercer petrolero, que según fuentes oficiales estadounidenses es 'activa', sugiere una escalada en los esfuerzos de interdicción marítima. Esta situación genera una creciente tensión en las rutas de navegación de la región, poniendo de manifiesto la complejidad de las dinámicas geopolíticas y económicas alrededor de las reservas de crudo venezolano. Se espera que Washington continúe con su estrategia de aplicar presión máxima a Caracas a través de estas acciones coercitivas en el ámbito marítimo.