Adiós a la 'otra hermana' de Sofía
La Casa Real española despide a una figura discreta pero fundamental en la vida de la reina Sofía. Tatiana Radziwill, prima de Su Majestad y considerada su 'otra hermana', falleció este viernes a los 86 años, dejando un vacío en el círculo más íntimo de la monarca. Su relación, forjada en la infancia y marcada por el exilio, trascendió los lazos familiares para convertirse en una amistad inquebrantable.
El rey Juan Carlos afirmó en su momento que para un monarca, tener amigos resultaba “difícil y peligroso”, una percepción que, en cierto modo, comparte la reina Sofía, quien ha manifestado que no posee amigas, pero sí amistades profundas. No obstante, la madre de Felipe VI siempre ha contado con un círculo íntimo inquebrantable, encontrando en su propia familia lazos de fidelidad y confianza que superaban la mera camaradería. La princesa Tatiana Radziwill, quien falleció este viernes a los 86 años, representó para doña Sofía esa “otra hermana” que la vida puso en su camino, un pilar fundamental en su vida.
La infancia de la reina Sofía estuvo marcada por los exilios de la Familia Real griega. El primero, durante la Segunda Guerra Mundial, vio a la Alemania nazi cruzar la frontera griega en abril de 1941, forzando al príncipe Pablo y su familia a abandonar el país. En esas mismas circunstancias, otra niña de la Casa Real griega, la princesa Tatiana, con apenas cuatro meses de diferencia de edad con doña Sofía, también se encontraba en el exilio. Ambas se reencontraron en el puerto ballenero de Durban, Sudáfrica —entonces bajo el Imperio Británico—, que acogió a la Familia Real griega hasta su regreso a Atenas en 1946. Fue allí donde las dos niñas se convirtieron en compañeras inseparables de juegos, sentando las bases de una relación de por vida. La foto familiar de la época muestra a Tatiana junto a su hermano George, su madre la princesa Eugenia de Grecia (1910-1989) y su abuelo el príncipe Jorge (1869-1957), conocido cariñosamente como "uncle Jacob".
Este vínculo, forjado en la adversidad y la proximidad familiar, se mantuvo férreo a lo largo de las décadas, consolidando a Tatiana Radziwill como una figura de confianza y afecto incondicional para la reina Sofía. Su linaje, que la vinculaba incluso con los Bonaparte, y su posterior dedicación a la ciencia, añadían capas a una personalidad discreta pero de gran calado, cuya partida deja una huella imborrable en el corazón de la monarca y en el entramado de la realeza europea.





